Te voy a decir una verdad: beber sin alcohol ya no es “de raros”, ni de conductores resignados, ni de embarazadas que se toman el brindis con cara de resignación. Hoy, beber sin alcohol es de listos. De los que quieren pasarlo bien, disfrutar sabores potentes, compartir una ronda… y levantarse al día siguiente con la cabeza en su sitio y el hígado aplaudiendo.
En Casa Vieja lo sabemos. Por eso, en nuestra terraza con vistas a la fuente de los Delfines, cada vez se sirven más bebidas sin alcohol. Pero ojo, que no hablo de agüitas con gas o refrescos aguados. Hablo de auténticos licores sin alcohol, que tienen historia, carácter y todo el sabor sin necesidad de hacerte tambalear.
Y sí, también de cervezas sin, que merecen una sección especial. Porque han pasado de ser el chiste de las barras a convertirse en la opción favorita de los que beben con cabeza. O con agenda. O con gusto.
Empecemos por lo básico: porque puedes y porque te apetece. Ya está.
Pero si quieres más razones:
Porque estás currando mañana y no quieres sonar como Darth Vader en la reunión de las 9.
Porque te apetece brindar sin arrepentirte al día siguiente.
Porque el sabor te gusta, pero el mareo no.
Porque estás embarazada, en modo detox o simplemente no te apetece explicar por qué no bebes hoy.
Porque quieres salir, reír, charlar, bailar… y acordarte de todo.
¿Y sabes qué? Aquí en Casa Vieja eso se respeta. No solo se respeta: se celebra. Porque una buena conversación con una copa en la mano no necesita graduación, necesita intención. Y un buen local no juzga, sirve bien lo que te apetece.
Pues lo que lees: una bebida que imita a un licor tradicional, pero sin la parte etílica. Puede tener el sabor del ron, del whisky, del amaretto o de una ginebra botánica, pero sin los efectos secundarios.
¿Cómo se logra eso? Pues con ciencia, alquimia y mucho mimo:
Algunas marcas destilan los ingredientes a temperaturas bajas para extraer sabores sin activar el alcohol.
Otras parten del licor original y le eliminan el alcohol mediante procesos de evaporación o filtrado.
Y otras directamente recrean el sabor desde cero con hierbas, frutas, especias y mucha creatividad.
¿El resultado? Licores que no son un “casi”, sino un “wow”.
Aquí van algunos que ya hemos visto pasar por Casa Vieja y han dejado huella:
Esta marca australiana se ha vuelto viral por una razón: tiene casi todas las versiones sin alcohol que puedas imaginar. Desde “whisky” sin hasta “ron especiado”, vermut, triple sec, y hasta absenta (sí, sin alcohol, sin locuras verdes). Se puede mezclar, servir solo, o usar para cocteles que nadie sospecharía.
Fue de las primeras en poner el tema sobre la mesa. No es ginebra como tal, pero está hecha con botánicos reales, tiene ese aroma herbal y seco, y funciona de maravilla con tónica. El “Seedlip Garden” con hielo y pepino en Casa Vieja es ya un clásico no declarado. Tambien está la fasmosa Tanqueray sin. Una gin sienmpre refrescante.
Este es para los valientes. Tiene el toque ahumado y robusto de un bourbon, pero sin que te ponga a cantar rancheras. Perfecto para tomarse un Old Fashioned sin consecuencias.
Desde Colombia, con notas tropicales, frutas exóticas y espíritu festivo. Caleño es como ir a bailar salsa sin preocuparte de perder el paso. Va genial con soda y lima.
Ese saborcito a almendra que tanto nos gusta también viene en versión 0,0. Ideal para los que buscan algo suave, dulce y con un puntito nostálgico y espirituoso.
Tienes opciones como “Martini Vibrante” o “Cipriani Zero”, que conservan ese sabor especiado, amargo-dulce, ideal para el aperitivo o para una sobremesa larga al sol. En Casa Vieja los servimos con una rodaja de naranja y mucho hielo. Brutales.
Vamos con el tema más polémico: la cerveza sin alcohol.
Durante años fue el meme de las barras. “¿Pa’ qué tomarte una cerveza sin si no te hace efecto?”, decían. Pero se equivocaban.
Hoy en día, las cervezas sin han evolucionado tanto que ya no son la versión triste del botellín. Son una categoría por derecho propio. Tienen sabor, tienen cuerpo, tienen variedad… y lo mejor: puedes tomarte cinco sin acabar cantando “Vivir así es morir de amor” a las dos de la tarde.
Estrella Galicia 0,0: intensa, con cuerpo, amarga en su punto justo. Como una cerveza de verdad. Porque lo es.
Mahou Tostada 0,0: con ese rollito caramelizado que gusta tanto. Fría, entra sola.
Heineken 0.0: limpia, ligera, ideal para el picoteo.
BrewDog Nanny State: para los que les gusta el sabor fuerte de las IPAs pero no el mareo.
Clausthaler Dry Hopped: alemana, con lúpulo y orgullo. Si la pruebas, te engancha.
Y lo mejor es que las cervezas sin pegan con todo: con unas bravas, con una burger, con esa tosta de queso de cabra y cebolla caramelizada que vuela en nuestra terraza, o con una tarde de charla sin más.
Los licores sin alcohol no son un invento de influencers modernos. Desde hace siglos, se han usado infusiones, brebajes, tónicos y mezclas de plantas con fines medicinales o sociales, sin necesidad de incluir alcohol.
La gran revolución vino durante la Ley Seca en EE.UU. (1920-1933), cuando se empezó a desarrollar una industria paralela de bebidas sin graduación para esquivar la prohibición.
En Europa, después de las guerras mundiales, hubo una gran demanda de bebidas “de bajo impacto” por razones de salud, moral y economía. Y en los últimos 20 años, con el auge del bienestar, el deporte, el autocuidado y el “mindful drinking”, el consumo de bebidas sin alcohol se ha disparado.
Hoy no es una moda: es un movimiento.
Incluso hay cóctel premium sin alcohol.
El proceso varía, pero aquí van tres formas principales:
Destilación sin alcohol: se extraen los aromas y aceites esenciales de hierbas, frutas, especias y raíces, pero sin fermentar ni añadir alcohol.
Desalcoholización: se elabora primero el licor o la cerveza normal, y luego se le retira el alcohol con calor, presión o filtrado.
Recreación de sabor: como una receta de cocina con ingredientes botánicos que imitan el perfil de sabor del licor deseado.
El resultado, cuando se hace bien, no es una imitación, sino una alternativa con identidad propia. Y si la sirves con estilo, como hacemos en Casa Vieja, la experiencia es redonda.
Aquí no te miramos raro si pides una sin. No levantamos cejas si brindas con un vermut 0,0. Es más: te aplaudimos el gusto. Porque beber sin alcohol no es beber menos, es beber distinto. Es disfrutar igual. Es saborear sin que te tiemble el pulso ni la conciencia.
Nuestra carta tiene opciones para todos. Y si vienes con amigos, familia o grupo de colegas, recuerda que puedes alquilar Casa Vieja para tu evento. Montamos el plan que quieras, con música, buena comida, opciones sin alcohol para todos y el mejor ambiente del centro de Madrid.
Así que ya lo sabes: si quieres beber bien, sin consecuencias, con sabor, con estilo y con vistas a la fuente de los Delfines, tu sitio es Casa Vieja. Ven a brindar, a reír, a saborear… sin miedo y sin resaca.
Tu copa te espera. Y esta vez, no te va a traicionar.
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